Hace casi un mes que no hablo con
tu voz, ni estoy en ella.
Te estoy arrojando, sin que lo merezcas,
silencios ante palabras tiernas.
Y toda reacción de autoayuda es
escasa, inútil.
Como si no lo supiéramos ya todo,
sin que se midan las palabras.
Como si no interpretáramos, como si
no supiéramos que tenemos promesas.
estrofas, y normas que no necesito
escribirlas porque son cada noche
incumplidas por alguna alusión
directa.
Siempre encontras razones para
volver a aparecer.
Con las mismas ganas de siempre,
con las mismas pilas, la misma sintonización de radio puesta, las defensas por
los suelos, y una tropa de latidos. (Que son cada vez más patadas)
Logras que se me tuerzan tanto,
tanto las piernas de los escalofríos que no me quedan
ansias, anhelos, o siquiera ganas
de otra huida.
Si me lo pedís, volvería a decirte
lo mismo de otras mil formas:
Ya no me quedan fuerzas en las
extremidades de mi cuerpo para escapes de tantos
temblores.
Te tiemblo, te temo, te extraño.
Porque llegaste a tocarme sin que
me hayas tocado,
mucho más de quienes me han tocado
tocándome.
Trato por esto, inútilmente, de
enmendarlo,
resistir al domingo sin terminar de
volverme cuerda.
Queriendo evitar,
sin querer evitarlo.
Ahora cuando subo al colectivo,
es cuando te recuerdo. Aparte de
esas 24hs al día.
Cuando escucho la radio.
Lo que pido es subir.
El volúmen.
Con vos.
Siempre fui de ir, de bajarlo. No
de llegar y quedarse.
Ni de escuchar que me lo pidan.
Pero hoy,
ay
que bello es llegar, cuando hay
alguien que te suplica entre sonrisas "VEN".