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viernes, 3 de marzo de 2017

Mi verdadero amor



Pensaba que cuando no estuvieras más, iba a extrañarte toda la vida.
Pensaba que cuando te extrañara toda la vida, iba a querer ir a buscarte.
Pensaba que cuando fuera a buscarte, no iba a querer perderte.
Pensaba que cuando no quisiera perderte, iba a hacer todo para quedarme.
Pensaba que si hacía todo para quedarme, nada iba a dejar irme.
Pensaba que si nada iba a dejarme ir, nada podría salir mal.

Pensaba que si nada podría salir mal, iba a amarte cada día más.
Pensaba que si te amaba cada día más, nunca podría estar triste.
Pensaba que si nunca iba a estar triste, era porque estabas al lado mio.

Pensaba que si estabas al lado mio, nunca abrazaría el pasado.
Pensaba que si nunca abrazaba el pasado, nunca habría un futuro.
Pensaba que si no había un futuro, no iba a ser feliz.
Pensaba que si no iba a ser feliz, no intentaría nada de esto.

Pensaba que tenía sentido. 
Pensaba que no me equivocaba.

Pensé todo lo que pensaba, y no me quedaron verdades sobre algo de lo que amaba.
Supe que mientras más pensaba en darle un sentido, menos sentido le encontraba.
Entendí que mientras más me alejabas, más cerca de mí misma estaba.

Encendí mis deseos de felicidad, y mis intrigas de acompañantes. 
Busqué razones para no quedarme, y encontraba mentiras para buscarte.

Forcé señales para cambiarlas, desfiguré los senderos. 
Eché de mi mente el anhelarte abrazándome, porque me abrazaba mejor la brisa.
Porque la brisa me acariciaba el alma desde hacía años, como vos, pero ésta no me desilucionaba.
El aura brillaba más por mí que por lo tuyo que quedaba.
El ego aparecía cuando en vos pensaba. 
Recuerdos y situaciones me cacheteaban la cara, las lágrimas ya no caía, supe que nada quedaba.

Busqué respuestas que darte, y caricias que dejarte de recuerdo, no había tiempo, y tampoco quise hacérmelo.
Había esperado tanto tiempo, que cuando entendí que la vida no nos espera, a la hora que volviste, ya no sólo era tarde, era tardísimo. Fue como otra vida entera.

Divagué en las caricias de mil manos, y dormí en regazos ajenos. Nunca fueron mi hogar, pero tenían perfumes distintos. 
Saboreé mentiras de labios desconocidos, escuché promesas frágiles, 
y dejé que me arroparan abrazos amargos.

Capaz un poco de lo tuyo, y un poco de las malas elecciones, amargaron un poco esta mente.
Porque vuelvo a hablar de la mente, porque aprendí a amar de esta forma, no a amar con el alma.

Y esta mente no tiene la culpa de haberse perdido, cuando estás a oscuras, todo tipo de movimiento te da miedo.

Desconocí las posibles ofertas, y aposté al peor premio.
Dudé de mil miradas amargas que escondían una sobredosis de diabetes.
Tuve miedos, y certezas, 

vagué en cerveza, y aprendí a controlar la resaca.

Me alejé de personas tóxicas, que capaz sólo estaban contaminadas.
No intenté cuidar a nadie, no quise saber volver.
No pretendí mirar más cielos, no quería más desilusiones.
Fui mala, contestona, me usaron, usé.
Me llamaron, escapé.
Tuve miedo, tuve valor. 
Dejé que las palabras siguieran, no les di lugar a llegar. 
Supe que me iba a lamentar, pero supe que nadie más iba a poder lastimarme.

Creí que me iba a arrepentir el resto de mi vida, pero estoy atravesando
 esa etapa (la del resto de mi vida) y nunca había estado tan enamorada en la vida, como lo estoy de esta solteria.

De esta libertad, de este camino de auto-descubrimiento. 
De saber qué puedo escuchar techno toda una noche, y despertarme haciendo pogo con el Indio.

Me enamoré de ser mi propio amante, de decirme todos los piropos, que ningún cobarde que haya estado en mi vida; se había animado a decirme.

Gusto de mi reflejo, y si tengo que llorar por mi maquillaje, gusto más todavía de mi reflejo.

Volví a escribir(te). Volví a enamorarme, de mí misma. De lo maravillosa que puedo ser.

Me parece justo ser una egoista, cuando el primer puesto nunca me lo dio nadie más.


Pensé que si yo no me amo tanto, nadie podría amarme igual.
Supe qué lindo es que nadie te ame.
Entendí todo de la vida.
Encendí mil velas para mís deseos, sólo para los míos.
Busqué sensaciones de extasis en bailar canciones que a vos te molestaba que bailara.
Forcé, esta vez, barreras para poder correr más rápido.

Eché de mi entorno, la frialdad de tu amor.
Porque la brisa amaba más mi piel, de lo que tu ego te dejó demostrarle a mi aura.

Borré recuerdos amargos, y no tuve más ganas de amarte.
Busqué razones para quedarme, y sólo había motivos para alejarme, y en ese intento pleno por amarme, no me importaba. 

Divagué en muchos más pupilas que antes, y saboreé más saliva de besos cálidos, no como
esos que vos dabas.




Y mi mente, mi mente es plena,

Para eso esta mi mente en paz,
para que ninguna guerra de corazones


 arruine más nada de ella..







Desconocí los mejores labios, 
porque dudé de cuáles de todos esos eran mis favoritos.

Vagué en los mejores orgasmos y aprendí a callármelos la boca.

Me alejé de lugares oscuros, porque intenté encandilarme con faroles incandescentes, que tenían más caminos iluminados.

No pretendí pedirles nada, sólo admiré las sabidurías plenas de las mentes más brillantes.


Fui mala, contestona, me usaron, usé.

No me llamaron. Y a la vez escapé.

Tuve miedo, tuve valor.
Dejé que los besos no mandaran, no los dejaba llegar.
Supe que estaba causándome favores, sin pretender nada de nadie.

Creí que no podía amarme nunca nadie, hasta que pude amarme a mí misma.

Y ya no espero que alguien me ame, sólo espero seguir amándome toda la vida.






martes, 28 de febrero de 2017

El amor para mí...




Supe qué quería para mi vida, cuando lo encontré en quién no se quedaba.

Fue cuando entendí todo lo que me restaba por aprender sobre el amor.

Sobre que te amen.
Sobre amar.
Sobre que no te amen.

Vi que una persona puede volarte los ojos porque pareciera que te va a interesar, 
vi cómo esa persona terminaba no interesándote un carajo.

Vi cómo te podía gustar sólo una parte de una persona, y la otra podrías despreciarla desde el fondo de tu corazón.
Vi cómo te podía gustar una persona, hasta que emitía una palabra,

Me vi gustarles de lejos, callada, un día, una semana.

Me vi irme.
Me vi no volver.

Me vi no ver, hasta que pude ver, hasta que por fin te vi.

Supe cómo una persona podía gustarte mentalmente. Cómo es esto?
Muy fácil.

Podrías sentarte en frente suyo, y mientras admiras su bigote, y seguís con detenimiento el movimiento de su gesticulación; escuchas atentamente todo lo que te dice. 
Algo así como admirarlo.
Caí en la cuenta de que si bien creí haber amado, supe que nunca había admirado a alguien de esta manera.

Podía quedarme callada, (yo que hablo horas y horas) y escuchar cada oración que dijera.

Saber que iba a terminar de hablarme de ese desayuno, y que iba a empezar a hablarme de su autor favorito, y que capaz podía terminar hablándome de un buen dj que conociéramos, y que podía causarme la infinita tranquilidad del mundo.
Podía admirar cada segundo que lo escuchaba, sentía como si me hiciera el amor con las palabras.
Como si su trabada gesticulación me acariciara el aura.

Escuchaba todo lo que amaba salir de sus labios, esos que besaban lentos y al mismo tiempo podían acelerar un sistema cardíaco entero.

Sentí, por primera vez, mi piel de gallina cuando por momentos era dulce y atento. Cuando simplemente hablaba.

Sabía que era peligroso creerle, porque podía hacerle sentir a mi mente, millones de desniveles. Y tengo la teoría de que no hay que creer en quien puede escribir un poema, esos sí saben usar las palabras.



Tocó partes de mi que no sabía que podían tocarse.
Como querer quedarme callada y sólo escuchar la lluvia y una risa, un suspiro, una coctelera rompiendo hielo, batiendo una margarita.

No sabía que se podía gustar de una mente, no sabía que podía apreciar tanto las coincidencias de gustos, de música, de hobbys, de comidas, de salidas, de lugares, y al mismo tiempo sentirlo tan diferente, tan único.

No sabía que te podía parecer atractivo escuchar a alguien hablar de sus mambitos, de escuchar y que te escuchen con atención, de extrañar una tonada de voz porque te hacía sentir cosas, cosas en la mente. 
Cosas en el pensamiento.
Siempre supe que eso del amor en el corazón está mal dicho, el amor es algo del cerebro.
Y cuando alguien toca esa parte, no importa qué haga después; te hizo el amor más real, sincero y placentero del mundo. 
(Aunque cuando te haya hecho el amor real, haya salido corriendo.)

No se quedó, obvio, por qué? No sé todavía. Tengo mis dudas, y a la vez ciertas certezas.
No hacía falta.
Las cosas me las hizo sentir igual.
Aprendí de este tipo de amor, que aunque no siga estando, puedo decir que voy a recordar siempre, capaz más, incluso, que el amor que yo llamé "el amor de mi vida."

Amar no es esperar que te amen.
Amar es seguir pensando en lo que te hizo sentir por primera vez una persona, y que vas a recordar siempre cada vez que te vuelva a pasar eso.
Porque el amor siempre vuelve. Y estoy a gusto si va a volver un amor como éste.

Supe que el amor es otra cosa, no sólo querer estar con alguien, no sólo disfrutar unos besos, ni querer estar con alguien todos los días.

El amor es que te dejen quietos, no que te haga temblar el piso. 
Es la serenidad que recibís de alguien que está sereno, es el silencio que te dan ganas de hacer para poder escucharlo, no querer contarle a alguien tus mambos.
Es volver a leer un libro y acordarte que a esa persona le gusta tal tipo de literatura, y no desear que esa persona sepa cuál es tu preferida.
Es desayunar como una gorda, y acordarte sus desayunos extravagantes, no esperar que se acuerde cuál es tu factura favorita.
Es mambear con tu tema favorito y saber que le gustaría verte bailarlo toda la noche.
Aunque capaz a la noche siguiente no quiera verte más.
Eso es amar, no saber qué pasaría mañana con esa persona que te deja el coco quieto, en equilibrio, no que te lo vuela, que te lo censura.

Ese que lo disfruta, amar es todo esto.
Amar no es estar enamorado, amar es admirar, (y podes admirar sin que te admiren, esa es la mejor parte; la de no esperar nada.), es sentir sin tocar, es escuchar sin hablar.
Amar es dejar ir, quedarte con el mambo de que te hizo sentir todo eso unos días al menos,
y que sirvió para hacerte entender que amar es amar con la mente, no con el corazón.

Al corazón dejale la sístole y la diástole.


Amar es querer besar una mente, no querer desnudar un cuerpo.








viernes, 5 de septiembre de 2014

Te extraño, 

me dolés en la piel, 

en la garganta, 

cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás...



lunes, 18 de agosto de 2014









Supe de vos cuando aún hacia frío, creí haberlo conocido todo. Desde  el color de tus ojos hasta los motivos de tu silencio. Pensé haber estado en el lugar correcto y en el momento adecuado, con vos; conmigo. Esperaba encontrarte en cada renglón por cada mañana que nos quedara de vida,  quizás tener que ir a buscarte en otra poesía. Escribía por vos.

Hiciste que creyera que de verdad valía la pena  intentar sentir algo,  ponerle tu nombre a cada poema. Jugar a crucigramas con todos los títulos de todo lo que ya te había escrito. Supiste pintarme en la cara sonrisas con acuarelas, pero también fuiste el agua que las despinto y hoy la soledad más infinita en la que te espero. 


Te dejan de querer,

y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed;

como andar en otoño sobre las hojas secas,

y pisar la hoja verde que no debió caer.