Síganme los buenos!

martes, 28 de febrero de 2017

El amor para mí...




Supe qué quería para mi vida, cuando lo encontré en quién no se quedaba.

Fue cuando entendí todo lo que me restaba por aprender sobre el amor.

Sobre que te amen.
Sobre amar.
Sobre que no te amen.

Vi que una persona puede volarte los ojos porque pareciera que te va a interesar, 
vi cómo esa persona terminaba no interesándote un carajo.

Vi cómo te podía gustar sólo una parte de una persona, y la otra podrías despreciarla desde el fondo de tu corazón.
Vi cómo te podía gustar una persona, hasta que emitía una palabra,

Me vi gustarles de lejos, callada, un día, una semana.

Me vi irme.
Me vi no volver.

Me vi no ver, hasta que pude ver, hasta que por fin te vi.

Supe cómo una persona podía gustarte mentalmente. Cómo es esto?
Muy fácil.

Podrías sentarte en frente suyo, y mientras admiras su bigote, y seguís con detenimiento el movimiento de su gesticulación; escuchas atentamente todo lo que te dice. 
Algo así como admirarlo.
Caí en la cuenta de que si bien creí haber amado, supe que nunca había admirado a alguien de esta manera.

Podía quedarme callada, (yo que hablo horas y horas) y escuchar cada oración que dijera.

Saber que iba a terminar de hablarme de ese desayuno, y que iba a empezar a hablarme de su autor favorito, y que capaz podía terminar hablándome de un buen dj que conociéramos, y que podía causarme la infinita tranquilidad del mundo.
Podía admirar cada segundo que lo escuchaba, sentía como si me hiciera el amor con las palabras.
Como si su trabada gesticulación me acariciara el aura.

Escuchaba todo lo que amaba salir de sus labios, esos que besaban lentos y al mismo tiempo podían acelerar un sistema cardíaco entero.

Sentí, por primera vez, mi piel de gallina cuando por momentos era dulce y atento. Cuando simplemente hablaba.

Sabía que era peligroso creerle, porque podía hacerle sentir a mi mente, millones de desniveles. Y tengo la teoría de que no hay que creer en quien puede escribir un poema, esos sí saben usar las palabras.



Tocó partes de mi que no sabía que podían tocarse.
Como querer quedarme callada y sólo escuchar la lluvia y una risa, un suspiro, una coctelera rompiendo hielo, batiendo una margarita.

No sabía que se podía gustar de una mente, no sabía que podía apreciar tanto las coincidencias de gustos, de música, de hobbys, de comidas, de salidas, de lugares, y al mismo tiempo sentirlo tan diferente, tan único.

No sabía que te podía parecer atractivo escuchar a alguien hablar de sus mambitos, de escuchar y que te escuchen con atención, de extrañar una tonada de voz porque te hacía sentir cosas, cosas en la mente. 
Cosas en el pensamiento.
Siempre supe que eso del amor en el corazón está mal dicho, el amor es algo del cerebro.
Y cuando alguien toca esa parte, no importa qué haga después; te hizo el amor más real, sincero y placentero del mundo. 
(Aunque cuando te haya hecho el amor real, haya salido corriendo.)

No se quedó, obvio, por qué? No sé todavía. Tengo mis dudas, y a la vez ciertas certezas.
No hacía falta.
Las cosas me las hizo sentir igual.
Aprendí de este tipo de amor, que aunque no siga estando, puedo decir que voy a recordar siempre, capaz más, incluso, que el amor que yo llamé "el amor de mi vida."

Amar no es esperar que te amen.
Amar es seguir pensando en lo que te hizo sentir por primera vez una persona, y que vas a recordar siempre cada vez que te vuelva a pasar eso.
Porque el amor siempre vuelve. Y estoy a gusto si va a volver un amor como éste.

Supe que el amor es otra cosa, no sólo querer estar con alguien, no sólo disfrutar unos besos, ni querer estar con alguien todos los días.

El amor es que te dejen quietos, no que te haga temblar el piso. 
Es la serenidad que recibís de alguien que está sereno, es el silencio que te dan ganas de hacer para poder escucharlo, no querer contarle a alguien tus mambos.
Es volver a leer un libro y acordarte que a esa persona le gusta tal tipo de literatura, y no desear que esa persona sepa cuál es tu preferida.
Es desayunar como una gorda, y acordarte sus desayunos extravagantes, no esperar que se acuerde cuál es tu factura favorita.
Es mambear con tu tema favorito y saber que le gustaría verte bailarlo toda la noche.
Aunque capaz a la noche siguiente no quiera verte más.
Eso es amar, no saber qué pasaría mañana con esa persona que te deja el coco quieto, en equilibrio, no que te lo vuela, que te lo censura.

Ese que lo disfruta, amar es todo esto.
Amar no es estar enamorado, amar es admirar, (y podes admirar sin que te admiren, esa es la mejor parte; la de no esperar nada.), es sentir sin tocar, es escuchar sin hablar.
Amar es dejar ir, quedarte con el mambo de que te hizo sentir todo eso unos días al menos,
y que sirvió para hacerte entender que amar es amar con la mente, no con el corazón.

Al corazón dejale la sístole y la diástole.


Amar es querer besar una mente, no querer desnudar un cuerpo.








No hay comentarios :

Publicar un comentario