Síganme los buenos!

viernes, 5 de septiembre de 2014

Te extraño, 

me dolés en la piel, 

en la garganta, 

cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás...



lunes, 18 de agosto de 2014









Supe de vos cuando aún hacia frío, creí haberlo conocido todo. Desde  el color de tus ojos hasta los motivos de tu silencio. Pensé haber estado en el lugar correcto y en el momento adecuado, con vos; conmigo. Esperaba encontrarte en cada renglón por cada mañana que nos quedara de vida,  quizás tener que ir a buscarte en otra poesía. Escribía por vos.

Hiciste que creyera que de verdad valía la pena  intentar sentir algo,  ponerle tu nombre a cada poema. Jugar a crucigramas con todos los títulos de todo lo que ya te había escrito. Supiste pintarme en la cara sonrisas con acuarelas, pero también fuiste el agua que las despinto y hoy la soledad más infinita en la que te espero. 


Te dejan de querer,

y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed;

como andar en otoño sobre las hojas secas,

y pisar la hoja verde que no debió caer.

domingo, 16 de marzo de 2014

te extraño

Me he convertido en una pálida señorita con ojeras que se muerde la lengua para no hablar a todo el mundo de vos.
Todo lo que me has dejado es un gran montón de mierda. Un enorme cúmulo de nadas. La cabeza llena de recuerdos que me parece impensable que no te torturen por las noches como a mí: Los abrazos en el mar, los besos de sal, todas las vueltas con música callejera, los cafés que arreglaban el mundo que un día quisiste comerte conmigo, las calles de esta ciudad que ahora me pesan, imaginándome a tu lado en cada esquina, en cada piedra que pisamos, en cada bar que descubrimos juntos. Todo lo turbio, lo dulce, lo íntimo. Tú pegándote a mi espalda con los dedos debajo de mis ojos, los susurro en mi oído, las tardes tirados en la cama mirando al techo, felices, vivos. VIVOS.

Me cuesta recordar la última vez que fui feliz, lo que sentía al tenerte, la certeza de que no ibas a huir sin importar la guerra previa. Nos creía fuertes, construcción eterna con cimientos que ni el viento podría llevarse.
Vivo negándome que te has ido, que no quieras volver a oír mis pasos cortos con tus zancadas largas, mis carcajadas en el viaje cuando íbamos a bañarnos en recuerdos, con música fuerte y los vasos llenos. O aquel fin de semana alojándote en mi vida, despertando intensos, nuevos, plenos. Sin subir las persianas, sin querer volver al mundo real.

El último momento que me hace aferrarme a todo esto tiene sonido de silencio, tu abrazo, la desesperación, la esperanza absurda que aún guardo. A pesar de todo paso cuatro veces al día por delante de tu puerta, esperando no volver a verte y al mismo tiempo girando la cabeza hacia tu paso.
En todos estos días no nos hemos chocado por la calle y tengo que romperme con tus ojos de coca cola de frente en ese callejón un lunes. Apretar los puños, repetirme mentalmente "no te gires, no corras hacia él, no le abraces, no supliques".
Girar la esquina y secarme las lágrimas que no sé si alguna vez podré volver a contener.

Te echo tanto de menos que he dejado de escribir.


viernes, 21 de febrero de 2014

Queriendo evitar, sin querer evitarlo.

Hace casi un mes que no hablo con tu voz, ni estoy en ella.
Te estoy arrojando, sin que lo merezcas, silencios ante palabras tiernas.
Y toda reacción de autoayuda es escasa, inútil.
Como si no lo supiéramos ya todo, sin que se midan las palabras.
Como si no interpretáramos, como si no supiéramos que tenemos promesas.
estrofas, y normas que no necesito escribirlas porque son cada noche
incumplidas por alguna alusión directa.
Siempre encontras razones para volver a aparecer.
Con las mismas ganas de siempre, con las mismas pilas, la misma sintonización de radio puesta, las defensas por los suelos, y una tropa de latidos. (Que son cada vez más patadas)
Logras que se me tuerzan tanto, tanto las piernas de los escalofríos que no me quedan
ansias, anhelos, o siquiera ganas de otra huida.
Si me lo pedís, volvería a decirte lo mismo de otras mil formas:
Ya no me quedan fuerzas en las extremidades de mi cuerpo para escapes de tantos
temblores.
Te tiemblo, te temo, te extraño.
Porque llegaste a tocarme sin que me hayas tocado,
mucho más de quienes me han tocado
tocándome.
Trato por esto, inútilmente, de enmendarlo,
resistir al domingo sin terminar de volverme cuerda.

Queriendo evitar,
sin querer evitarlo.
Ahora cuando subo al colectivo,
es cuando te recuerdo. Aparte de esas 24hs al día.
Cuando escucho la radio.
Lo que pido es subir.
El volúmen.
Con vos.
Siempre fui de ir, de bajarlo. No de llegar y quedarse.
Ni de escuchar que me lo pidan.
Pero hoy,
ay
que bello es llegar, cuando hay alguien que te suplica entre sonrisas "VEN".



lunes, 6 de enero de 2014

Te escribo a ti, soledad.

Estaba cayendo en la cuenta, de qe nunca nada nos viene bien.
Que si no lo tenemos, más lo queremos, & cuando lo tenemos lo queremos dejar de tener.
Hoy hablo por La Soledad, muchos la aclaman, la quieren, pero el que la tiene ruega que se vaya.
No sé por qé pasa todo esto, no sé si es que ya está en nuestros genes de seres humanos, o si es un virus en el aire.
Podemos quizás, disimular que somos felices & qe no necesitamos más nada de nadie.
Todos siempre necesitamos un poco de soledad, pero en realidad sé qe nadie la quiere.
No es más qe silencio, es esa cosa invisible que te prohibe ver la realidad, te ciega, te aleja de lo que realmente tenés.
Aunque, capás estar rodeado de personas tampoco signifique nada, sé que podemos tener todo lo que una persona necesita, & aún asi sentirnos solos, sin comprensión.
Por otra parte, la soledad no es mala, no.
Todos necesitamos un momento con uno mismo, pero hay veces qe se aprovecha & se adueña de nuestro ser, solo nosotros podemos decidir cómo sentirnos, cuando sonreir & cuando dejar de hacerlo.
Pero dejarnos vencer por la soledad, es el peor error que uno pueda cometer en la vida, dejar qe la soledad nos domine es como dejar de luchar por lo que uno desea, & eso es, como dije, el peor error que puede cometer una persona en su vida.
Sabemos que nunca se esta solo, nadie está solo. Sólo dejamos sentirnos asi, & ese es el problema; cuando nos acostumbramos a la soledad.
La soledad no es problema hasta que le das el permiso & la confianza de que es bienvenida & se queda.

sábado, 4 de enero de 2014

Si tan sólo leyeras...

¿Qué culpa tengo yo, de que vos seas tan hermoso?
Hubieses pensado antes de sonreírme de aquella manera, te miré y me regalaste un poco de la calma que había perdido, no todo era tan oscuro como aquellos libros decían.
Pude sentir la serenidad de tus pestañas en el fondo de mis lamentos, ni la brisa descansaba y solo hacía que recordara qué tanto anhelaba tus caricias, soñé otra vez con vos, lo hacía incluso antes de dormirme. 
Ayer preferí perder la cordura por un par de tus sonrisas, hoy tus sonrisas me recompensan el estar completamente, locamente, intensamente enamorada. 
Que supe que lejos quedaba la calma de aquellos líos. Sólo quise volver a solucionar mis problemas en la suavidad de tu comprensión. 
Contarte una y otra vez las veces en que huía a tus abrazos aún estando lejos tuyo. 
Si fueran kilómetros, los correría. Siempre supe cuál era mi lugar favorito para ahogar las penas, donde la vida olía a primavera. 
Pensarte fue como volver a enamorarme, fue el impulso de escribirlo lo que hizo que regresara.
Ninguna de mis poesías fue leía más de una vez por alguna persona, ¿que razones podría llegar a tener para quedarme? Nadie preguntó cómo me sentía luego, luego de escribirle al viento y volver a encontrarme sola en la realidad.
Supe qué tan bien me hacías al mismo momento que supe qué tan mal me causabas. Nadie dijo que dejé de quererlo, a veces estar en casa también resulta agobiante.
El largo y arduo camino de regreso, llevar años esperando a sentirte cómoda, tomar la iniciativa y arriesgarte, puede que nada sea como lo esperabas.
Pero bajo las sábanas, las lágrimas se vencen, los peluches te protegen, y la lapicera vuelve a hacerse tu  fiel compañera.
Porque puedo enamorarme, odiarlo, extrañarlo, pensar en alguien más, e incluso soñar con quien no existe.
Que alguien quiera leerme hará que la vida diga qué tanto me podrá querer alguien, porque todos en el amor sufrimos, sólo hay que saber con quién vale la pena perder el tiempo.
Yo vuelvo a soñar, que estoy en la casa del bosque, y vos al otro lado del desierto, 20 horas de fiesta contigo, y el resto escribiéndole a aquel chico en algún lugar del mundo, quizás en verdad en una casa del bosque o del otro lado del desierto.

Sólo amar la poesía, mi poesía. Y podríamos descansar en tinta entre mis páginas. Gracias, hoy no te olvido. Sólo te convierto en literatura. Y una vez más volví a sentirme segura, creo haber recuperado la capacidad que había perdido de sentir cada sílaba como una caricia, la única caricia. 
Y hoy, que sea una vez más la poesía quien tenga que cuidarme.